Según
Genette, el tiempo de la historia (TH) —el tiempo que duran los
acontecimientos narrados— puede medirse teóricamente en horas, minutos,
segundos, meses, etc. En cambio, el tiempo
del relato (TR), el discurso del narrador, concierne sólo al texto y puede
medirse en líneas o páginas. Desde luego, se trata de categorías aproximativas
y no rigurosas, pues el tiempo de la historia casi nunca es indicado con
precisión en el texto. Sin embargo, las relaciones entre el tiempo de la
historia y el tiempo del relato son importantes y permiten producir efectos de ritmo. Genette distingue cuatro tipos tradicionales
de ritmo o tempo narrativo.
1) Elipsis: el tiempo
del relato es nulo, mientras que algo sucede en la historia. Es decir, el narrador
no nos cuenta un evento o grupo de eventos que han tenido lugar. En “La
increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”, de G. G. Márquez,
por ejemplo, leemos: “Tres días después del encuentro con los misioneros, la
abuela y Eréndira dormían en un pueblo próximo al convento…”. El tiempo de la
historia es tres días, pero el tiempo del relato es cero, porque no hay texto
que narre qué ocurrió en ese periodo (¿cómo llegaron al pueblo?). Esta es una
elipsis explícita y determinada (sabemos que algo no se nos cuenta y conocemos
exactamente el tiempo de la historia), pero no siempre es así. TR = 0; TH = n.
2) Escena: el tiempo de la
historia es igual al tiempo del relato. Es lo que ocurre, por ejemplo, en los
diálogos en estilo directo sin comentarios, en que los eventos (las palabras
que dicen los personajes) parecen ocupar
el mismo tiempo que nos lleva leerlas. Más allá del diálogo, en la escena cada
frase o segmento textual nos cuenta una acción, como ocurre en gran medida en
una novela como L’étranger, de Camus.
Sin embargo, no existen escenas puras (siempre hay analepsis o prolepsis, elipsis
o descripciones mezcladas, etc.). TR =
TH.
3) Pausa: el tiempo de la historia es nulo, pero hay texto. En
este caso, un elemento que no tiene duración en la historia (por ejemplo un
objeto, no un proceso) es presentado en detalle. Generalmente, es el caso de
las descripciones y los textos argumentativos. TR = n;
TH = 0.
4) Resumen: el tiempo
del relato es menor al tiempo de la historia. Es decir, un evento de la
historia es tratado de manera rápida por el narrador, sin dedicarle mucha
atención. En Oliver Twist, de
Dickens, el nacimiento del personaje ocupa varias páginas; a los nueve meses,
el protagonista es enviado a una institución de caridad. Su vida allí es
narrada en una página; luego Oliver ya tiene nueve años. El tempo narrativo se
ha acelerado, ha habido un resumen. TR
< TH.
Al analizar
un texto narrativo, es importante intentar definir qué ritmo narrativo domina
un determinado fragmento. En segundo lugar, conviene estudiar los cambios de
ritmo y preguntarse por qué se pasa, por ejemplo, de la escena al resumen, o
por qué se emplea en determinado punto una elipsis. Podemos formular hipótesis
del tipo: “este texto pasa de la escena a la pausa para retardar la acción y así
generar suspenso”, o “el resumen se emplea en este caso para conectar varias
escenas”, o “las numerosas elipsis exigen una gran cooperación del lector”,
etc.
Fuentes: -
Genette, Gérard, Discours du récit, Paris, Seuil, 1983.
-Bal,
Mieke, Narratology. Introduction to the
Theory of Narrative, Toronto, University of Toronto Press, 1994.