martes, 13 de diciembre de 2011

Entrevista con Mario Bellatin


Recordatorio

Les recuerdo que la próxima clase (14-12) hablaremos del cuento de Mario Bellatin "Formotón asai".

viernes, 9 de diciembre de 2011

Ritmo narrativo


Según Genette, el tiempo de la  historia (TH) —el tiempo que duran los acontecimientos narrados— puede medirse teóricamente en horas, minutos, segundos, meses, etc. En cambio, el tiempo del relato (TR), el discurso del narrador, concierne sólo al texto y puede medirse en líneas o páginas. Desde luego, se trata de categorías aproximativas y no rigurosas, pues el tiempo de la historia casi nunca es indicado con precisión en el texto. Sin embargo, las relaciones entre el tiempo de la historia y el tiempo del relato son importantes y permiten producir efectos de ritmo. Genette distingue cuatro tipos tradicionales de ritmo o tempo narrativo.

1)      Elipsis: el tiempo del relato es nulo, mientras que algo sucede en la historia. Es decir, el narrador no nos cuenta un evento o grupo de eventos que han tenido lugar. En “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”, de G. G. Márquez, por ejemplo, leemos: “Tres días después del encuentro con los misioneros, la abuela y Eréndira dormían en un pueblo próximo al convento…”. El tiempo de la historia es tres días, pero el tiempo del relato es cero, porque no hay texto que narre qué ocurrió en ese periodo (¿cómo llegaron al pueblo?). Esta es una elipsis explícita y determinada (sabemos que algo no se nos cuenta y conocemos exactamente el tiempo de la historia), pero no siempre es así. TR = 0; TH = n.
2)      Escena: el tiempo de la historia es igual al tiempo del relato. Es lo que ocurre, por ejemplo, en los diálogos en estilo directo sin comentarios, en que los eventos (las palabras que dicen los personajes) parecen ocupar el mismo tiempo que nos lleva leerlas. Más allá del diálogo, en la escena cada frase o segmento textual nos cuenta una acción, como ocurre en gran medida en una novela como L’étranger, de Camus. Sin embargo, no existen escenas puras (siempre hay analepsis o prolepsis, elipsis o descripciones mezcladas, etc.). TR = TH.
3)    Pausa: el tiempo de la historia es nulo, pero hay texto. En este caso, un elemento que no tiene duración en la historia (por ejemplo un objeto, no un proceso) es presentado en detalle. Generalmente, es el caso de las descripciones y los textos argumentativos.  TR = n; TH = 0.
4)      Resumen: el tiempo del relato es menor al tiempo de la historia. Es decir, un evento de la historia es tratado de manera rápida por el narrador, sin dedicarle mucha atención. En Oliver Twist, de Dickens, el nacimiento del personaje ocupa varias páginas; a los nueve meses, el protagonista es enviado a una institución de caridad. Su vida allí es narrada en una página; luego Oliver ya tiene nueve años. El tempo narrativo se ha acelerado, ha habido un resumen. TR < TH.


Al analizar un texto narrativo, es importante intentar definir qué ritmo narrativo domina un determinado fragmento. En segundo lugar, conviene estudiar los cambios de ritmo y preguntarse por qué se pasa, por ejemplo, de la escena al resumen, o por qué se emplea en determinado punto una elipsis. Podemos formular hipótesis del tipo: “este texto pasa de la escena a la pausa para retardar la acción y así generar suspenso”, o “el resumen se emplea en este caso para conectar varias escenas”, o “las numerosas elipsis exigen una gran cooperación del lector”, etc.      


Fuentes:          - Genette, Gérard, Discours du récit, Paris, Seuil, 1983.
-Bal, Mieke, Narratology. Introduction to the Theory of Narrative, Toronto, University of Toronto Press, 1994.
                        

viernes, 2 de diciembre de 2011

Recordatorio de lecturas

Les recuerdo que la próxima clase (07-12) hablaremos de "El evangelio según Marcos", de J. L. Borges.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Explicación falsa de mis cuentos (Felisberto Hernández)

   "Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos.
    No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Eso me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
    Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda."

F. Hernández, "Explicación falsa de mis cuentos", en Las hortensias, Montevideo, Arca, 1967, pp. 7-8.

El tacto en Felisberto Hernández